Samuel Fuller, autor modelo de Cahiers,
naturalizado
francés, genio eterno de la serie B,
escéptico
y lúcido como una lámpara encendida al amanecer,
malinterpretado
y apropiado como Wagner,
con
tu cámara escribes en la página de la pantalla,
colono
del cine, moderno pionero, último primitivo,
fieramente
tierno, impenitente compasivo,
barroco
trágico,
violentamente
pacífico,
aguerrido
guerrero antibélico,
idealista,
soldado antimilitarista,
en
tus películas de guerra que casi no tienen extras
la
batalla es el cadáver de una niña en las ruinas,
la
locura es una bailarina ebria que desquicia la trinchera,
y
sale la muerte del cañón de tu cámara, que apunta y dispara
como
cuando gritas acción con un revólver en mano
y
en la otra el dedo acusador de un habano,
te
revelas como un mago del espacio,
tu
cine de guerra tiene unidad de lugar y una estructura circular
donde
tus personajes gozan de una segunda oportunidad,
un
mito recurrente, la vuelta al lugar del crimen
o
del amor,
el
teatro de la guerra de Corea es un templo de Buda o la selva
donde
un enemigo invisible acosa a una patrulla perdida,
pero
deconstruyes los tópicos que devienen ritos fantasmagóricos,
como
buen autor superas los géneros,
pionero,
parece que todo lo ruedas el primero,
en
tus westerns los travellings construyen las cabalgadas,
los
duelos son la intensidad de tu mirada,
y
el espacio y el clima fluyen del ángulo de la cámara,
tu
puesta en escena impacta como una bala exacta,
tu
ojo es el pistolero más rápido,
y
el frenesí de los asesinos reside en la locura de tus planos,
Samuel
Fuller,
némesis
de políticos e intelectuales,
tu
libertinaje ideológico hace enemigos en todas partes,
vehemente
y turbador, efusivo y firme,
te
pareces a tu musa Constance Towers
y
a tu meceneas Darryll Zanuck, de la Fox,
exhibes
las insignias del horror para combatir el horror,
eres
hermano de Nicholas Ray, hijo de Raoul Walsh,
un
anarquista reaccionario como Ford,
tu
verdadera musa es la pasión,
cirujano
de guiones,
tus
planos son musicales,
cineasta
de rodaje raudo y nervio puro,
genio
de la serie B, b de tu idolatrado Beethoven,
otro
inadaptado, como tú rey del contraste
que
habría sido tu mejor personaje;
de
tu juventud como periodista
provienen
tu cine naturalista, documentalista,
el
latido de los marginados, el ladrido de los desfavorecidos,
y
tus primeros planos parecidos a primeras planas,
las
imágenes inaugurales de tus obras que atrapan como titulares,
Samuel
Fuller, director maldito y mutilado,
reportero
y fusilero
que
rodaste la entrada de los aliados a Falkenau,
arrebatado
antirracista, airado individualista,
novelista,
tu
cine es palabra en movimiento, imágenes escritas,
espasmódico
rupturista,
paroxístico
incorformista,
a
contracorriente como un salmón que busca la muerte,
enemigo
de Hollywood, cineasta independiente,
tu
cámara ama y odia a tus personajes,
en
travelling los abraza, con un zoom les dispara,
baila
con ellos en un ballet de espectros,
los
besa, los acaricia, los mata.
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