Nací
primero, Alfredo, el reloj de mi corazón te lleva adelanto.
Sí,
Olmo, el bastardo se anticipó al hijo del amo.
Con
nosotros echó a cojear el siglo como un bufón cruel y borracho.
Los
campesinos fuimos los primeros dueños de este mundo.
Sí,
pero la historia se entregó como una puta al primer amo.
Nuestra
amistad será la síntesis, las discusiones pura dialéctica.
Con
mi collar de ranas y corona de piojos te desafiaba.
Yo
aceptaba tu reto aunque hasta los gusanos me daban miedo.
La
infancia es una ciega que con el bastón vapulea a su perro.
Mi
padre anónimo me hablaba desde el fondo de un pozo.
El
mío compraba los sueños de los jornaleros a precio de saldo.
Si
peleando rompíamos una maceta nos la ganábamos ambos.
Mi
abuelo me enseñó que yo era una hoja del árbol del pueblo.
El
mío enloqueció con la obsesión del estiércol y la leche, el sexo.
Los
dos odiaban los ríos de sangre, no eran hijos de este siglo.
Yo
era más fuerte y valiente, mi vida era un pan de piedra.
Tendido
en la vía aguanté el paso del tren de la historia.
A
los pobres la calavera del hambre tañía los huesos como una flauta
Arrasada
la cosecha, tu padre regó de pobreza la comarca.
Recuerdo
que un hombre se mutiló la oreja como protesta.
Como
una yegua en la batalla el hambre recorrió la tierra.
Por
ley todo es tuyo, el trigo y el invierno, la luz y el tiempo.
Soy
heredero de la tierra y la culpa, de la sangre y vuestra hambre.
Como
un saco con agujeros se vaciaba la esperanza del pueblo.
Pasó
el tren del tiempo, estrépito de hierro que me trajo de la guerra.
Aún
reinan la huelga y el hambre, hermanas e hijas de las primeras.
Los
amos han perdido porque los jornaleros jugaron con las armas.
Una
maestra, Ana, me ha orientado por los vericuetos del sexo.
Mi
guía fue mi prima, experta en los atajos más raros de ese camino.
Nos
recibió la ciudad imprevisible como aquella joven epiléptica.
La
capilla de las Cruzadas ha incubado los huevos de los fascistas.
Nosotros
cazábamos patos y los carabineros a vosotros.
Montañeros
novatos, nos acercábamos al abismo de la historia.
Alfredo,
somos hermanos enemigos, paridos por una madre injusta.
Sí,
gemelos envenenados por las ubres de la loba de la historia.
Solo
después amo y campesino nos fundiremos en uno.
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