Sobre el “El Gatopardo” de Lampedusa y el de Visconti (I).
Soy tímido y
pedante, oscuro y lúcido, desgraciado y feliz: la semana pasada leí
a escondidas “El Gatopardo” en el banco, con el mismo truco del
que me valía en casa o el colegio, cuando los carceleros eran mi
padre y el profesor, y no el director de la sucursal: ocultar el
libro bajo un palio de papelotes delante del ordenador. Cada vez que
chillaba el teléfono, dejaba que lo consolara algún gentil
compañero, y los clientes de la caja atribuirían mi embobamiento al
estudio de los ingresos de algún aspirante a un préstamo
inverosímil, y no al seguimiento de la melancólica trayectoria del Príncipe
Salina hacia su primer
vals con la muerte, esto es, con la belleza dolorosa, demoledora,
inevitable, de Angelica Sedara.
Y a todo esto, quién
me iba a decir que sería Rajoy el que me inspirase –un
involuntario, inédito brillo chispeando de sus gafas– despabilar al
gran Lampedusa del sueño de mi biblioteca, cuando farfulló en un
telediario que había que reformar el sistema si queríamos
mantenerlo: cambiarlo todo para que todo siga igual, que decía el
Príncipe, parafraseando a su sobrino Falconeri en referencia a la
supervivencia, tras la unificación de Italia, de la nobleza como
clase social.
Un viernes de varias
semanas atrás, esquivé por una vez a mi consorte y, lo que es más, a mi anarco–existencialista hija de medio año (no deja de quejarse
de haber venido al mundo), con la excusa de haber quedado con el
jefe, para ampararme bajo los fueros universitarios de una sala de la
Facultad de Periodismo donde se proyectaba El Gatopardo según
Visconti. Como aún no había leído la novela, ni por ende imaginado
a ningún personaje, no pudo defraudarme la visión del director, que
por contra sí que ha usurpado mi fantasía durante la lectura,
imponiéndome la suya: ¿cabe imaginar a otro Príncipe que no sea
Burt Lancaster?
Tres horas después, de vuelta a la ordalía de
lloros, papillas y pañales, aún estaba tan anonadado, dilatadas las
pupilas tras la oscuridad luminosa, que Ana me acusó de venir de
engañarla con otra. Y en parte lo había hecho, con el fantasma de
Claudia Cardinale.
Ya que nada hay más
fácil que teclear haciendo que trabajo, ni nadie se me sienta
enfrente solicitándome un buen consejo para sus inversiones que solo
beneficiaría al banco y a mi conservación de esta butaca tan
inestable, en próximas entregas me gustaría hablaros de varios
aspectos de la relación entre la novela y la película –así
tendréis tiempo de revisitarlas–, y a ver si deja de sonar por ahí
el maldito teléfono.
Le he enviado este
proyecto de blog a mi hermano, un novio formal de la cibernética, y
se queja de que en lugar de tanto aperitivo ya debería haberos
servido el primer plato –si es que en verdad hay carnaza
comestible–, porque no se ha visto ningún cocinero que nos cuente su
vida en vez del menú, pero es que como buen admirador de Tristam
Shandy a mí lo que me gustan son estos preludios, circunloquios,
extravíos, desviaciones del camino recto y perversiones de la
versión directa. Lo que sí me convence es su idea de que lo mejor
para leer en horario de trabajo es hacerlo en formato e–book.
Cambiarlo todo para que todo siga igual.
Cambiarlo todo para que todo siga igual.
Acabo de descubrir tu blog que apareció,por cosas del destino, en mi cuenta de twitter.
ResponderEliminarYa me gustaría a mí tener delante, mientras espero horas y horas de trámites,un funcionario como tú/usted, delante, para poder compartir sobre cine y literatura y hace menos banal la espera.
NO se preocupe por los platos de entrada, a veces los canapés son mejores que el menú mismo, y los comensales ya ni aprecian los platos, por la exquisitez de los entremeses.
Mis felicitaciones y mi ánimo por el blog. Tengo EL GATOPARDO escondido entre montones de libros (y a 15.000 kms de distancia, eso es peor, y la película no la he visto, pero espero saldar pronto la deuda, al menos para poder degustar estos canapés que aparecen por este blog.
Un saludo desde Santiago de Chile y gracias,
Miguel
Gracias, Miguel! Será un placer tenerte por aquí degustando las viandas.
ResponderEliminarFelicitaciones por el blog, ya tienes una lectora más :)
ResponderEliminarUn abrazo,
iRe ~ www.androidizada.com
Gracias, Ire! :) Me alegro de que te guste! Saludos!
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