Gertrud, ¿por qué nos
dejaste para quedarte sola?
Gertrud, eterna novia de
espejos y reflejos,
la de pupilas de hielo
y sangre de fuego,
nunca olvidaremos tu
sonrisa triste como ventanas en invierno,
tu mirada incrédula de
bujía al alba,
tu pena congénita como
la nostalgia a la primavera,
creíste que nada eras
para nosotros si no lo eras todo,
la nube y el cielo, el
rocío y la luna, la boca y el beso,
Gertrud, como una diosa
adorable e insaciable,
clara y turbia,
ardiente y elegante,
nos miras desde la fría
lejanía de tu orgullo,
¿por qué me dejaste a mí,
el honorable Gustav Kanning,
el pragmático político
que no dormía de amor por ti,
fanático del poder y de
la fama, de la gloria y de mi nombre,
que hasta entonces
devaluaba la moneda y los sentimientos,
y luego hubiera
aceptado compartirte con tus favoritos,
por qué, Gertrud, si
tus palabras me laten en la sangre
y en tu silencio oigo
murmurar el tiempo?
Gertrud, ¿por qué nos
dejaste a todos para quedarte sola?
Gertrud, adicta a la
morfina del amor, al vino de las promesas,
la de voz de arroyo y
dedos de ceniza,
nunca olvidaremos tus
ojos empañados como la adolescencia,
tu piel fluida de
orquídea contra el cristal del invernadero,
tu amor auténtico como
un asesinato,
Gertrud, te entregaste
a cada uno para tenernos y sacrificarnos
como a una diosa
sedienta de la sangre del sexo,
para ti el amor no es
nada si no lo es todo,
la copa y los labios,
la flecha y la diana, la piel y la mano,
nos miras desde la
indiferencia de tu blanca soledad,
¿por qué me dejaste a
mí, Gabriel Lidman, poeta de poetas,
el forjador del amor en
la fragua de nuestra férrea lengua,
sentimental y visceral,
como tú carnal y espiritual,
siempre joven, disecado
por el arte de la palabra
(los poetas nunca
morimos porque ya estamos muertos),
por qué, Gertrud, si mi
pulso murmura tu nombre
y desde el sur mi corazón te llama cada noche?
Gertrud, ¿por qué nos
dejaste a todos para quedarte sola?
Gertrud, tú que pierdes
las miradas de tus amantes
para no encontrarlas
aunque brillen en la noche,
tu amor purifica los
genitales en manantiales azules,
enemiga de la risa y
como una amante celosa de nuestro talento,
nunca olvidaremos tu
presencia de madre recién muerta,
tu mirada muda como una
tormenta al otro lado de la infancia,
tu juventud pura como
invierno, Gertrud,
prefieres la nada si no
lo puedes tener todo,
la noche y el día, el
sol y la flor, el viento y el junco,
nos miras desde el
calvero del dolor del amor,
Gertrud, ¿por qué nos
dejaste a todos para estar sola
si ardemos en la llama
de tu altar,
si para nosotros tu
amor lo es todo o no vale un beso,
si somos guardianes de
tus alegrías, retadores de tu tristeza,
si eres nuestro ideal,
nuestro sueño, Gertrud,
todo y nada?
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