miércoles, 30 de enero de 2019

APOCALYPSE NOW



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No te suicides, Muerte,
cruza tus tibias sobre nuestros altares, sedientos de sangre,
sobre mi trono de anti Buda, de crueldad sabia,
sobre mis oráculos de profeta y poeta guerrero,
sobre mis purpúreas órdenes de rey sacerdote,
sobre las viscosas vísceras,
en esta noche enemiga de los hombres.
              
Quiero ser el perro muerto que yace castrado
en la manca fiebre y entre las ratas del miedo
que roen la verde luz de la selva, quiero ser
el soldado que grita su muerte en el día negro,
quiero ser el cabello y los huesos de mis víctimas
que rezan a rojas cabezas de hombres que solo tienen rostro.
¿Hacia qué noche me arrastra el río?
¿A qué noche van los cadáveres que sobre las aguas caminan
con los pasos glaucos del ocaso bailando en el río?
Tengo el miedo como un niño llorando en los brazos.

No te suicides, Muerte,
eres una mujer muy bella y aquí tenemos a muy pocas,
báñate desnuda en el río y tiéndete conmigo,
yo, Kurtz, soy tu amigo, el vietcong es tu amigo.

Noche, eres de nadie, te espera mi cabeza de lluvia,
la ceniza de mi memoria,
quién le explicará a mi hijo que odio a todos como a mí mismo,
que este es el tiempo de los asesinos que juzgan a asesinos,
que la hipocresía es una vieja puta que hiede a muerta,
que la mentira es su joven hija que ya apesta a sexo,
por negro que sea el grito nadie lo escucha, todos
oyen el río y el tiempo,
un río que en la selva parece nacido de una novela de Conrad,
el tiempo del poema de Eliot,
incluso en las guerras hay un tiempo para crear y otro para destruir,
un tiempo para amar y otro para odiar,
por negro que sea el grito que amortaja las bocas
cuadradas por el llanto y estremece sus cuerdas,
cava amaneceres en la piel, es el dolor,
el hacha que chorrea de sacrificios al mal,
pero no hay bien ni mal, solo voluntad y fuerza,
olvido y poder, la afirmación de la vida
y de las pinturas de sangre en la cara,
savia y sangre, ocaso y sangre,
el río que circula en las venas de los hombres,
la hemorragia del crepúsculo en el río,
los cadáveres a la deriva en la corriente,
hay tiempos de cólera, días enfermos de malaria,
de sol encapuchado,
tiempos que en el río braman su retumbar negro,
pero por negro que sea el grito del viento en la sangre,
nadie lo escucha,
así que no te suicides, Muerte,
porque ya oigo las calvas voces del buitre,
cruza tus tibias sobre estas piedras de lágrimas,
acércate como una madre a las tumbas del río
y cuelga de mi cuello tus cuentas de lágrimas,
quiero ser la maleza, el negro grito sin voz,
quiero ser las estatuas del templo llorando por mi hijo,
quién le contará los secretos del río,
los números y las sílabas del tiempo,
quién le dirá que el horror es un amigo leal y eficiente
y que el miedo es un joven valiente que está de tu parte,
que la libertad es una puta joven y bella, pero muy cara,
a quien no le importa la moral de las viejas,
de aquéllas que no se atreven a matar ni a amar,
de los indignos de la sangre y de la muerte,
de quienes no admiten el dolor ni el placer, mis compatriotas,
reniego de vosotros,
sí, la libertad es una joven libertina que no respeta ninguna moral,
ni siquiera la suya,
ojalá mi hijo la conozca algún día,
quién le dirá que dios es el demonio y el demonio dios,
y que para mi pueblo los dos fui yo.
No te suicides, Muerte, eres de todos y de nadie,
cruza tus tibias sobre la selva,
por negro que sea tu grito nadie lo escucha,
quiero ser las piedras y los huesos del viento,
quiero ser el río que arrastra los reflejos de los desaparecidos,
el río que quiere mi tiempo.



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