Hijo mío, había una vez
un niño al que dos lobos convirtieron en lobo,
sí, este cuento como
todos los de niños también es de miedo,
y al morderle la vena
de la pureza le transfundieron la sangre de lobo
y el niño quedó
abominado bajo la maldición de ser otro lobo,
y hay un hombre que las
noches de luna se convierte en aquel niño lobo,
que en el bosque de la
noche, en un silencio de lobos, se vuelve astuto,
con dos luciérnagas por
ojos y una navaja en cada pezuña,
y luego el hombre se
despierta con las manos bañadas en sangre de lobo,
con puñados de pelos de
lobos que en sus correrías sin hambre ha devorado.
Es un hombre que
ciertas noches se convierte en un lobo para los lobos,
cuando recuerda que
nunca fue un niño o un cachorro como los demás,
que allá donde
estuviera se sentía como un huérfano sin nombre.
Al principio el hombre
que se convirtió en niño lobo fue un niño como tú
que justo habitaba esta
calle, donde ahora vivimos con tu madre,
y la misma alcantarilla
aún engulle como un lobo las bolas de hockey,
y evolucionados autos se
llevan los mismos sueños de renovados vagos,
y en las cabinas y las
máquinas habrá millones de dólares en monedas
y en todas las
ilusiones perdidas de generaciones de jóvenes frustrados
que como desdentados
lobos a Caperucitas ven pasar las oportunidades.
Allí fue donde ese
borracho de lengua incomprensible llamado destino
me eligió a mí en lugar
de a Jimmy o Sean, el empresario y el policía,
como el niño al que los
hombres lobo secuestrarían y encerrarían
para desollarme la piel
de la inocencia y trizarme la entraña,
clavarme los gritos en
el suelo y aherrojarme en las tinieblas del miedo,
cada vez que entraban
en el sótano portaban como un arma la noche consigo,
el dolor era tan rojo y
tan negra la esperanza de que nadie me rescatara,
que tuve que imaginar
que era otro el niño al que habían secuestrado,
acaso Jimmy, el valiente que grababa su nombre en todas partes,
o tal vez Sean, que se
preocupaba de que se cumplieran las reglas de juego,
y las fauces de
aquellos dos lobos me inocularon esta maldición de lobo,
porque hijo, si no te
hubieras dormido sabrías que yo soy el hombre
que se convierte en
niño lobo y se despierta con sabor a carne de lobo.
Al escapar me prometí
ser un niño lobo que se vengara de los hombres lobo.
Hijo, por suerte no me
escuchas, también yo tengo que dormir
y olvidando mi papel de
solitario niño lobo volver a ser tu padre,
dejar de correr a paso
de lobo y de aullar a culpables lunas,
y amnésico de este
espanto volver a ser el marido de tu madre,
porque ahora cada vez que
me acerco a ella husmeo el olor del miedo,
no lo recuerdo bien
pero como niño lobo hace poco devoré a mi último lobo,
desperté con un corte
en la mano y bautizado en lágrimas y sangre de lobo,
justo la noche en que
otro hombre lobo devoró a Katie, la hija de Jimmy.
Cuando padre e hija se
miraban en una fiesta era una fiesta de dos invitados,
parecían los dos últimos creyentes en un dios olvidado,
los únicos presos de una cárcel, dos astronautas en el espacio,
y ahora que han
rastreado las huellas falsas del lobo que la desgarró
confunden al hombre
lobo con el niño lobo y creen que la devoré yo,
todos me creen
culpable, Sean, Jimmy, los amigos, hasta tu madre,
y eso es porque
aquellos dos primeros lobos me corrompieron la sangre
y ahora en mi rastro
todos reconocen el hedor y el hambre de lobo,
pero no saben que
aunque me contagiaron la sed de sangre, solo derramo
la sangre de los lobos
que beben la blanca sangre de los corderos,
no saben que soy un lobo
que solo es lobo para los lobos
que convierten a los
niños en niños lobo
que ya no volverán a tener bolas, monedas o ilusiones que perder.
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