lunes, 27 de julio de 2015

FORT APACHE


                  

Por el camino vi que éste era un país de aciago cielo y polvo ciego,
que me habían destinado a una tierra que no era de héroes ni de gloria,

llegaste, Thursday, sólido y serio, tenso e intenso, insólito pero no solitario,
sino con tu hija Phil, y me sucediste a mí, el capitán York, en el mando,

en Fort Apache ofendían a las ordenanzas, aflojaban los uniformes,
eran displicentes con la disciplina: ¡Yo, el coronel Thursday los puse firmes!

Eres reglamentario, riguroso y rígido como la muerte,
y aspiras a otro ascenso escalando los peldaños del reglamento,

ya que estoy en este país gris, vil, incivil, lo haré brillar con mi nombre:
me alegré de que los apaches tomaran el sendero de la guerra,

fintaste a Cochise el apache y desenmascaraste al comerciante:
eres más valiente que eficiente, más testarudo que competente,

lo sabía, este no es país de caballeros: Meacham, el representante,
en vez de Biblias vendía whisky, Winchester en vez de carne,

eres un imán de medallas y menciones, de entorchados y condecoraciones,
un ordenancista y un clasista: no quieres de yerno a un O’Rourke,

ese teniente de paseo llevó a mi hija por territorio apache
y con la excusa de su imprudencia prohibí que se le acercase ese mequetrefe,

me enviaste a que negociase con Cochise, me mareó su hospitalaria pipa,
y pacté que a su vuelta a la reserva lo escoltaría un regimiento desarmado,

imaginé los titulares con mi nombre, la nota al margen de mi expediente,
sonaba bien: Thursday, el hombre que hizo volver a Cochise,

rompiste mi palabra y corrompiste la pureza de mi promesa,
al amanecer irrumpiste con un destacamento en zafarrancho de combate,

nada obliga ante un apache que ha conculcado un tratado,
no hay honor que guardar ante un salvaje y un traidor,

en todo esto algo me recuerda a la hecatombe de Little Big Horn:
Thursday, eres un desastre, una catástrofe: te pareces a Custer.   

                     
                          

lunes, 20 de julio de 2015

VIVE COMO QUIERAS


                   

Cuando de las cenizas de tus cigarros renace el pájaro del aburrimiento
y asolan tus pañuelos las hormigas del arrepentimiento.

Cuando de la cesta rebotan las cabezas arrugadas de tus papeles
y reptan las cucarachas por las paredes del pensamiento.

Cuando por error del correo te llega una Underwood
y decides dejarlo todo para escribir comedias de salón.

Cuando ya te niegas a vender más miedos por cuenta ajena
y te da por alquilar tus sueños a cualquier inquilino en quiebra.

Cuando la tristeza se propaga como una epidemia de termitas
y quisieras bajarles las cremallera a todas las vecinas.

Cuando solo te quedan ganas de husmear en los armarios ajenos
y la naftalina, la muselina, te recuerdan voces, hábitos del pasado.

Cuando no quieres que te llegue la hora en la sala de espera
y luego describes todos los síntomas del asma en el alma.

Cuando nadie te compra a plazos ninguna ilusión
y como globos sigues inflándolas  a golpe de pulmón.

Cuando como unas esposas te arrancas el reloj de la muñeca
y decides que es burgués llevar calzoncillos o cartera.

Cando la corbata se te desangra en el pecho
y el maletín siniestro va dejando el rastro de un cadáver sangriento.

Cuando en una reunión de trabajo haces pajaritas con las estadísticas
y pides la palabra para aconsejarle a tu jefa que baile claqué sobre la mesa.

Cuando con unas tijeras cortas el cordón umbilical del teléfono
y con los balcones abiertos te paseas desnudo por las habitaciones.

Cuando tus hijos te parecen más implacables que recaudadores
y de la muerte vienen tus padres a defender sus ideales.

Cuando tus penas aprenden a nadar en el oleaje de las copas
y como a muñecos tus amigos le dan cuerda a tus fantasmas.

Cuando por tu culpa el psiquiatra se da de baja
y te ves obligado a practicar gimnasia, pilates, yoga.

Cuando en tu jardín plantas uñas, pezuñas, cizaña o algún cadáver
con la esperanza de que crezca una planta carnívora o un muerto viviente.

Cuando tienes ganas de ver un film de Capra con palomitas, pipas, cocaína,
pero sin noticiario, sin tener que cogerle a nadie de la mano.

Cuando descubres que te has equivocado de piso, de vida, de pareja,
y que llevas una excusa de más, el dinero justo, una cerveza de menos.

Cuando solo quieres ensuciarte el cerebro de malos pensamientos
o limpiártelo de los grafitis que en él te han escrito maestros necios.

Cuando solo encuentras la felicidad envasada al vacío
y la nostalgia es un paquete devuelto por destinatario desconocido.

Cuando el café lo rocías de sal y de azúcar la sopa,
cuando te sorprenden en la manga la última carta de la esperanza,

solo entonces serás de los nuestros:
el abuelo siempre admite a otro loco.

                             
  

lunes, 13 de julio de 2015

SOLARIS


                

Querido Chris, no culpes a tus dos colegas, el científico y el cibernético,
el joven frío y el viejo frenético,
no los acuses de haber hallado la fórmula que derogue mi inmortalidad,
el palo en la rueda de mis reencarnaciones en una Harey fantasmal,
no los culpes a ellos aunque denigren mi virtuosa virtualidad
ni mucho menos a ti que dices amarme,
no sufras, según ellos tampoco yo lo haré,
la herida será apenas un destello y una ráfaga,
la estela de una estrella y la nada: me succionará el vacío,
como una lágrima seca o una gota de rocío
que en la Tierra se evapora de una brizna de hierba,
y de algún modo ya tengo práctica,
pero la otra vez que me suicidé fue para dañarte
mientras que ahora lo haré por tu bien,
para que escapes de mi encantamiento ciego de gravedad cero:
soy tu anhelo y tu engaño,
tu espejo y un espejismo del remordimiento,
tu tormento, tu sufrimiento,
un fantoche de tu fantasía, un marioneta de tu memoria,
una materialización de tu mente,
una proyección en el cine de tu subconsciente,
que si me llevas a la Tierra se escindiría en una cadena de neutrones,
no teníamos futuro, ni pasado, ni recuerdos comunes,
porque epiléptica, amnésica, ni sé cómo he llegado aquí, a Solaris,
soy carne sin memoria, forma sin fondo, no sé quién soy,
si una muñeca o tu pesadilla, Chris,
si Harey y a la vez otra, y hasta tengo celos de mí,
de la primera Harey que en la Tierra fui o no fui,
y nostalgia de nada, de un planeta que no recuerdo ni quizás conocí,
solo sé que te he buscado a través del espacio sordo y el tiempo hermético
hasta encontrarte en el clamor de esta luz ámbar, en este silencio ocre,
en este planeta de dos soles que parecen efectos especiales,
en un ámbito de resplandores luminiscentes, iridiscentes,
en este mundo protoplasmático, fantástico, un mar inteligente, ondulante,
que como un artista crea formas cambiantes,
y del que me hubiera gustado que nos fugáramos a la Tierra como amantes
(ojalá hubiera conocido los árboles y la nieve, los rascacielos, las artes),
porque tanto amor y dolor casi me han hecho humana en Solaris,
parecida a ti, Chris,
(solo me ha faltado aprender a dormir)
hasta que el suicidio me haga una mujer completa,
antes de encontrarte solo era una figura tejida de niebla,
huérfana de ti, la doble de tu Harey,
su copia aquí, en Solaris,
donde como ella y yo todo es idéntico y distinto,
la autómata que alguien creó para asustarte o quizá complacerte
porque ignora que los humanos no pueden enfrentarse a sus espectros,
pero te compadeciste de mi desamparo, de mi vacío,
de mi materia de nada, desleída, de mi memoria nublada,
de mi imperfección casi humana,
de mi ignorancia (no sé quién soy ni adónde voy, ¿tú sí, Chris?),
de mi complejo de culpa por ser un fantasma, por defraudarte,
y me amaste porque comprendiste
que solo existiría mientras me pensaras
y soñaste con llevarme contigo a tu planeta,
ojalá hubiera conocido las rosas y las yeguas, los estadios, los escenarios,
pero tenía que dejarte, lejos de Solaris me hubiera evaporado en tus brazos
como ahora a las piadosas armas de tus colegas,
como una perfección que al consumarse sufre el germen de su destrucción,
no puedo existir lejos de este planeta para mí plano y aburrido
como una novela de ciencia ficción,
y por tu bien tengo que dejarte, desaparecerme,
soy tu culpa y tu castigo,
tu deseo y tu miedo,
tu proyección, tu frustración,
tu quimera y tu vergüenza,
porque la primera Harey se mató en la Tierra por tu culpa,
quizá por eso conmigo has sigo generoso
y me has querido pese a que soy tu mala conciencia, tu peor recuerdo,
una parodia de tu drama que al principio te repugnaba,
sí, Chris, sé que yo te daba asco,
también tú has cambiado, en la Tierra eras brusco,
puede que tampoco tú seas ya solo tú,
y en el inhumano Solaris todos nos volvemos humanos,
quédate tranquilo, no culpes a tus colegas ni a ti mismo,
solo a la antigua Harey, a la real,
ya que quizá también para parecerse más a ella se suicide la virtual.
                             

                      

lunes, 6 de julio de 2015

EL HOMBRE DEL BRAZO DE ORO



                 

Ayer, al sol de la libertad, el jazz me recordó a ti,
su ritmo, su apoteosis, el éxtasis,
la batería que como el caballo galopa en mi sangre,
me recordaron a ti,
cuando aún creía que el brazo me serviría para algo más que pincharme,
la luz y el aire, los neones y el frenesí me recordaron a ti,
Zosch, mi esposa, me recordó a ti,
su belleza histérica, su dependencia, su insistencia neurótica,
la culpa que como el mono ella me carga a la espalda,
la urgencia del silbato con que conjura a los fantasmas de su impotencia,
el hielo en llamas de su mano, la rabia de su pelo amarillo,
su cuerpo reacio a todo amor que no sea el de su silla de ruedas,
todo me recordó a ti, a tu éxtasis,
diosa blanca de pupilas voraces y dedos crueles,
ayer, cuando aún creía que mi brazo servía para algo mejor que dar cartas
como quien da la vida,
los pordioseros y los borrachos, las putas y los perros,
la suma del hambre y de la sed, del amor y la soledad,
de los dolores y los placeres, de la parálisis y del frenesí,
todo me recordaba a ti,
a tu apoteosis, a tu éxtasis,
hada alba hacedora de magia negra, mi hechicera,
la más valiente, que en la sangre transmutas el caos en orden,
todo me recordaba a tu belleza y tus proezas, a tu fuerza y tu tristeza,
pero también a tus mentiras de farsante y falsificadora,
y clamé por ti, te llamé con una súplica y quinientos insultos,
supliqué por ti y solo me respondieron la burla de un maullido
y los aullidos de una sirena, y ladridos,
y cuando apareciste fue para empalarme la esperanza en un semáforo,
para ahorcarme en una farola con el nudo corredizo de una corbata de seda,
para vaciarme con una aguja hipodérmica los ojos miopes de las ilusiones,
siempre traicionas tu palabra, me prometes lo imposible:
unas manos sabias como las de un escultor barroco
(soy diestro en el póker, me pincho en el brazo siniestro),
una orquesta de pájaros que al crepúsculo me acompañe la batería solista
(sus percusiones como el caballo me baten en la sangre),
unas baquetas que toquen como varitas mágicas,
y como a un niño pobre volviste a defraudarme,
de la decepción a tus halagos y de tus promesas al desengaño,
siempre recaigo en los tallos de tus brazos tersos y yertos,
en tu seno de orquídea que se yergue como una cobra o un muerto,
en tus garantías de prostituta en oferta
que después de cobrar se cierra como algunas flores bajo la lluvia,
en tus juramentos de que me darás siete placeres en una noche,
de que me bailarás desnuda la danza de la muerte,
de que me inspirarás la alegría de un agonizante,
y volví contigo, bruja blanca, y me deparaste lo de siempre:
lágrimas y sed, sudores y temblores, sangre y ganas de verte,
eres irresistible, bella como un brazalete, punzante como un estilete,
la pobre Zosch me advirtió contra ti demasiado tarde,
cuando ya sabía que mi brazo solo me serviría para drogarme
y ya me habías robado la luz y el aire, el día y la sangre,
y cada día el miedo que te tengo llega como el deseo, impuntual pero seguro
como un camello, amor mío, o algún mal amigo,
como un cobrador cada vez más duro y fiero,
anoche, maldita, Molly me recordó a ti,
cuando aún creía que me amputaría el brazo antes de volver a probarte,
y como un caballo la batería me percutía en la sangre,
la mujer que quiero me recordó a ti, mi dosis,
heroína,
a tu frenesí, a tu apoteosis, a tu éxtasis.