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Querido Chris, no
culpes a tus dos colegas, el científico y el cibernético,
el joven frío y el
viejo frenético,
no los acuses de haber
hallado la fórmula que derogue mi inmortalidad,
el palo en la rueda de
mis reencarnaciones en una Harey fantasmal,
no los culpes a ellos
aunque denigren mi virtuosa virtualidad
ni mucho menos a ti que
dices amarme,
no sufras, según ellos
tampoco yo lo haré,
la herida será apenas
un destello y una ráfaga,
la estela de una
estrella y la nada: me succionará el vacío,
como una lágrima seca o
una gota de rocío
que en la Tierra se
evapora de una brizna de hierba,
y de algún modo ya
tengo práctica,
pero la otra vez que me
suicidé fue para dañarte
mientras que ahora lo
haré por tu bien,
para que escapes de mi
encantamiento ciego de gravedad cero:
soy tu anhelo y tu
engaño,
tu espejo y un
espejismo del remordimiento,
tu tormento, tu
sufrimiento,
un fantoche de tu
fantasía, un marioneta de tu memoria,
una materialización de
tu mente,
una proyección en el
cine de tu subconsciente,
que si me llevas a la
Tierra se escindiría en una cadena de neutrones,
no teníamos futuro, ni
pasado, ni recuerdos comunes,
porque epiléptica,
amnésica, ni sé cómo he llegado aquí, a Solaris,
soy carne sin memoria,
forma sin fondo, no sé quién soy,
si una muñeca o tu
pesadilla, Chris,
si Harey y a la vez
otra, y hasta tengo celos de mí,
de la primera Harey que
en la Tierra fui o no fui,
y nostalgia de nada, de
un planeta que no recuerdo ni quizás conocí,
solo sé que te he buscado
a través del espacio sordo y el tiempo hermético
hasta encontrarte en el
clamor de esta luz ámbar, en este silencio ocre,
en este planeta de dos
soles que parecen efectos especiales,
en un ámbito de
resplandores luminiscentes, iridiscentes,
en este mundo protoplasmático,
fantástico, un mar inteligente, ondulante,
que como un artista
crea formas cambiantes,
y del que me hubiera
gustado que nos fugáramos a la Tierra como amantes
(ojalá hubiera conocido
los árboles y la nieve, los rascacielos, las artes),
porque tanto amor y
dolor casi me han hecho humana en Solaris,
parecida a ti, Chris,
(solo me ha faltado
aprender a dormir)
hasta que el suicidio
me haga una mujer completa,
antes de encontrarte
solo era una figura tejida de niebla,
huérfana de ti, la
doble de tu Harey,
su copia aquí, en
Solaris,
donde como ella y yo
todo es idéntico y distinto,
la autómata que alguien
creó para asustarte o quizá complacerte
porque ignora que los
humanos no pueden enfrentarse a sus espectros,
pero te compadeciste de
mi desamparo, de mi vacío,
de mi materia de nada,
desleída, de mi memoria nublada,
de mi imperfección casi
humana,
de mi ignorancia (no sé
quién soy ni adónde voy, ¿tú sí, Chris?),
de mi complejo de culpa
por ser un fantasma, por defraudarte,
y me amaste porque
comprendiste
que solo existiría
mientras me pensaras
y soñaste con llevarme
contigo a tu planeta,
ojalá hubiera conocido
las rosas y las yeguas, los estadios, los escenarios,
pero tenía que dejarte,
lejos de Solaris me hubiera evaporado en tus brazos
como ahora a las
piadosas armas de tus colegas,
como una perfección que
al consumarse sufre el germen de su destrucción,
no puedo existir lejos
de este planeta para mí plano y aburrido
como una novela de
ciencia ficción,
y por tu bien tengo que
dejarte, desaparecerme,
soy tu culpa y tu
castigo,
tu deseo y tu miedo,
tu proyección, tu
frustración,
tu quimera y tu
vergüenza,
porque la primera Harey
se mató en la Tierra por tu culpa,
quizá por eso conmigo
has sigo generoso
y me has querido pese a
que soy tu mala conciencia, tu peor recuerdo,
una parodia de tu drama
que al principio te repugnaba,
sí, Chris, sé que yo te
daba asco,
también tú has
cambiado, en la Tierra eras brusco,
puede que tampoco tú
seas ya solo tú,
y en el inhumano
Solaris todos nos volvemos humanos,
quédate tranquilo, no
culpes a tus colegas ni a ti mismo,
solo a la antigua
Harey, a la real,
ya que quizá también
para parecerse más a ella se suicide la virtual.