sábado, 20 de abril de 2013

LA OTRA


                   

Cine negro y cine clásico mexicano son dos conceptos que no suelen confluir en los pensamientos de los cinéfilos no conocedores de la maravillosa filmografía del cine de oro mexicano. Sin embargo entre los años 40 y 50 se produjeron una serie de películas claramente enmarcadas en el noir de altísima calidad, con personajes ambiguos y marcados por la senda del crimen. Cintas de categoría suprema como  Distinto Amanecer de Julio Bracho, Sensualidad de Alberto Gout o En la palma de tu mano de Roberto Gavaldón adornan las vitrinas del noir clásico mexicano. De entre todas las películas de esta temática la que más me cautiva es sin lugar a dudas La Otra del grandísimo director mexicano Roberto Gavaldón.

Gavaldón, es junto con Emilio Fernández, el gran director del cine de oro mexicano. Películas como La Barraca, La Noche avanza, La Diosa arrodillada o la gran obra maestra del cine mexicano Macario dan lustre a su extraordinaria filmografía. En plena época de esplendor del cine de oro filmó La Otra contando como actriz protagonista con la gran diva, con permiso de María Félix, del cine mexicano Dolores del Río en un doble papel de hermanas gemelas de personalidades  y vidas enfrentadas. La Otra cuenta con una trama sorprendentemente parecida a la película del mismo año protagonizada por Bette Davis Una vida robada y fue revisada por el cine americano, de nuevo con Bette Davis como protagonista absoluta, en la película de 1964 Su propia víctima dirigida por Paul Henreid (sí, el actor que interpretaba al marido de Ingrid Bergman en la mítica Casablanca).

Sin ser tan conocida como la cinta de Bettte Davis La Otra es muy superior a Su propia Víctima. Mientras que la cinta americana pecaba de una puesta en escena teatral y melodramática algo encorsetada la cinta de Roberto Gavaldón no adolece del estilo escénico de la americana y cuenta con un ritmo frenético de alto suspense emparentado con el cine de Alfred Hitchcock. Como tito Alfred, a Gavaldón no le importa que conozcamos de antemano la identidad del asesino concentrando el suspense en la en las sospechas , encuentros y chantajes que sufre el personaje principal de la trama, elevando el nivel de misterio conforme avanza el desarrollo de la narración hasta llegar al punto en que todo estalla como una explosión de adrenalina.

La película comienza con la escena del entierro del Señor Montesdeoca el marido millonario de Magdalena una joven y prepotente mujer a la que el azar y relaciones le han otorgado riqueza y bienestar.  Tras la muerte de su rico marido el horizonte para Magdalena se presenta libre y gozoso. Magdalena tiene una hermana gemela, María,  pobre y desafortunada que lleva una existencia triste y amargada junto con su novio Roberto, un modesto policía que desea casarse cuanto antes con ella, y que  odia a su déspota y avariciosa hermana por su afortunada vida que no ha querido compartir con su gemela. María harta de las penalidades que la persiguen decide asesinar a Magdalena y suplantarla haciendo creer a Roberto que se ha suicidado vencida por su pesimismo. La puesta en escena del fratricidio cuenta con un poderoso juego de claroscuros y espejos consiguiendo una atmósfera próxima al cine de terror.



                   

                 

Una vez reemplazada por su gemela asesinada, María sufrirá un profundo cambio de carácter siendo su pesimismo y carácter dócil fagocitado por el carácter codicioso  y soberbio que poseía su hermana Magdalena. El juego de espejos y doble personalidad tan mitificado por las leyendas urbanas que se asocian con los gemelos es representada magistralmente por Dolores del Río cuya interpretación rebosa divismo y comportamiento esquizofrénico.

En la mañana siguiente a la del crimen María recibe la visita de dos policías para comunicarle el suicidio de su hermana. Se encontrará en  la comisaría con Roberto al que escucha su confesión de culpabilidad por no haber detectado la intención suicida de su novia. María adoptará una actitud compasiva y humilde con Roberto, el amor de su vida, actuando como ella misma cuando está con él y una actitud manipuladora y frívola en su ausencia interpretando de este modo el papel de Magdalena.  Llegará incluso a fingir  un accidente en su mano para falsificar la firma de su hermana en el testamento.

Pero un golpe del destino se volverá en contra de los planes de María: el descubrimiento del amante secreto de su hermana con el que Magdalena planificó al asesinato de su marido. Esta paradoja convertirá su gozo en una pesadilla alucinógena en la cual se encuentra atrapada por un crimen que no ha cometido. Extraordinario giro argumental este en la que la culpable del asesinato de su hermana debe demostrar su inocencia en un crimen en el que el criminal es su propia víctima. ¿No son estos suficientes argumentos como para no perderse este peliculón de plantea un juego de altísimo suspense en el que los arquetipos del thriller alcanzan la cumbre del género?

Cumbre del cine de intriga, La Otra es una obra que no puede caer en el estante del olvido. Hará disfrutar a los amantes del cine con su perfección técnica aliñada con una estupenda historia melodramática de odios y amores renunciados con toques de paranoia y esquizofrenia, encontrándose a la altura de obras de la talla de Las diabólicas,  Crimen Perfecto o la también cinta de crímenes con gemelas A través del espejo.  La cinta encierra igualmente una crítica al exceso de avaricia, la envidia y la obsesión por el dinero  y su despilfarro infructuoso y trivial  como fuente de falsa felicidad, maravillosamente reflejado por el hecho de que la supuesta millonaria sufrirá de falta de afecto y soledad en mayores proporciones que cuando carecía del poderoso caballero.

La música y la iluminación son otro punto fuerte de la película ayudando a que el relato se mueva de manera ambivalente entre el terror y la intriga impregnando la narración de atributos de thriller moderno e inquietante. Gavaldón mezcla a la perfección los mecanismos de engaños y jugarretas del destino para legar a los amantes del cine una obra maestra que quedará marcada en la memoria del curioso cinéfilo que quiera dejarse perturbar por la belleza de La Otra.




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