Porque hasta vuestras
ideas han perdido la belleza que da la esperanza,
porque Oliver hizo que se caía del taburete y ningún borracho se rió,
porque Stan confunde
vuestras primeras películas con sus pesadillas,
porque Oliver ha
adelgazado y Stan ha engordado,
porque los
historiadores del cine os buscan en los laberintos del cementerio,
porque sois la más
famosa pareja que todo el mundo ha olvidado,
porque os han traído
una colecta de aplausos y la habéis rechazado,
porque Stan tiene
diabetes y el corazón de Oliver es un reloj averiado,
porque Stan ya nunca
pone chinchetas en el asiento de Oliver,
porque las fieras de
vuestra imaginación están domesticadas,
porque vuestras
sonrisas son dentaduras perdidas en una borrachera,
porque la araña de la
envidia a Chaplin camina por vuestro despacho,
porque vuestros días
son circulares, porque estáis disecados,
sabéis que el teléfono
nunca despertará de su silencio estrepitoso,
y que la puerta del
despacho donde lleváis veinte años aguardando
no dará paso a ningún
agente que os ofrezca la cláusula de la ilusión
y el cheque en blanco
de la libertad creativa a cambio de vuestro genio,
de un talento del absurdo que no acalló la catarata del cine sonoro,
de vuestro humor visual
y verbal, fábrica de carcajadas,
del hilo argumental que
ensartaba las gemas de vuestros gags:
os gustaría contratar a
una médium, un detective o un psicólogo de masas
que descubriesen que
las risas del público caducaron porque os burlabais
de la policía, de la
moral, de las costumbres, de la propiedad privada,
y que debajo de los
aplausos silbaba la serpiente del odio,
y también contratar a
un periodista que publicase en primera plana
que estáis enterrados
bajo telegramas de cariño y no facturas sin pagar.
Stan eres un fideo
desaliñado y Oliver un elefante que baila claqué,
Stan pareces un viejo
rejuvenecido y Oliver un bebé muy crecido,
Stan tienes acento
inglés y Oliver sureño de Georgia,
Stan tus ojos son de
ceniza y Oliver los tuyos de fuego,
Stan vienes de una
familia de cómicos y Oliver de fortuna,
pero sois gemelos en
inocencia y alegría, ternura y ridículo,
británicos en los
bombines y en la cortesía, caballeros de la catástrofe,
aún felices vuestra
valentía ha sobrevivido al desastre
y la paloma de vuestra
amistad sobrevuela la ruina,
y seguís como siameses
en el exilio del frío y del olvido
y en el moho de esta oficina donde
la primera vez que suene el teléfono
dará voz a la sombra
sin cuerpo que solo los suicidas oyen alegres,
pero entonces Stan
astillará la silla de Oliver
y Oliver explotará la
máquina de escribir de Stan
y Stan reventará a
martillazos la mesa de Oliver
y Oliver desventrará
los cajones de Stan
y Stan chasqueará los
dedos para encenderse un cigarrillo de Oliver
y al imitarlo Oliver se
quemará los dedos y prenderá los guiones de Stan
y el despacho todo
bailará a las llamas de vuestro último gag
para recibir a quien solo merece una risa de escarnio.
Jamás los he olvidado.
ResponderEliminarSiempre sigo riéndome.
Jamás los veré como a extraños.
Siempre los buscaré en mi memoria.
¡Grandes!
Desde luego que El Gordo y El Flaco siempre serán nuestros compatriotas: vivieron en el país de nuestra infancia.
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