Mamá, soy Joey, ojalá
no puedas oírme allá donde estés
pero gracias al espejo
de su talento solo te reconocías en Renny,
sí, soy Rennny, mamá, sabía que distinguirías la voz de mis poemas
escribo que el mar está
en calma y el día muere en paz,
a Michael y a mí nos escogiste hasta la cama de matrimonio
con caracolas
habrás decorado la orilla donde te haya escupido tu suicidio,
solo yo comprendía que en tu cerebro anidaba el pájaro de la locura
porque también había
incubado sus huevos en mi mente, tan parecida a la tuya,
si papá no se hubiera ido no habría tenido yo que acarrear con tu neurosis
y heredarte como un
legado lastrado con deudas,
Joey te cuidaba para solventar la culpa de pretender suplantarte junto a papá
mientras él la
correspondía: más lo desvelaban sus fracasos que tus depresiones,
Renny y tú me rechazabais, te deslumbraba el oro de su arte
pero para ella eras una
nota a pie de página de su Antología Poética,
como una ladrona Joey te robaba la ilusión de reconciliarte con papá
porque no quería verlo
con otra que no fuera el fantasma de su deseo,
para que no la molestaras Renny te drogaba con la esperanza de reconquistarlo
que dentro de ti creció
como un tumor o feto deforme que te mataría,
me acerco a la edad en que te quebraste como uno de tus jarrones chinos
y con su aleteo me
espanta las palomas de la inspiración el halcón negro,
en la otra orilla te rodeará el orden y la armonía despojada de sentimientos
el puro rigor de
ángulos y rectas del minimalismo clínico de tu estética,
en la página en blanco transcurre el desierto de mi desesperación
el silencio en que
rechinan mis tibias a las móviles sombras de los buitres,
cuidé de tu enfermedad como del bebé que voy o no a tener
y despreciabas mi
ayuda, ni salvarte de las fauces de la olas me dejaste,
ante el tribunal de la familia Joey se confesaba culpable de no quererte
y lo compensaba hiriéndome
con las cadenas de su condena,
te odiaba: eras demasiado perfecta para amar la pirita de mis imperfecciones
y las frías líneas de
tus diseños no se curvaban en ningún cariño,
a mi edad la locura quebró tus rectas, en casa entró el caos
como por la ventana un
pájaro enloquecido que después escaparía al mar,
te quiero, me alegro de que ya estés tan lejos como querías
y tampoco ahora me
oirás como no me escuchabas en vida,
adiós mamá, hablándote como si rezara gracias a ti he vuelto a escribir:
la espuma es tu sudario
y tu nicho el mar.
Muy bueno.Tengo que volver a ver esta película, de la que solo me acuerdo, aunque vívidamente, de su final:
ResponderEliminar-The water’s so calm.
-Yes. It’s very peaceful.
Gracias. Realmente es un final inolvidable. Suena a literatura norteamericana, entre John Cheever y Wallace Stevens.
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