miércoles, 20 de febrero de 2019

EL ASEDIO: Una cerveza en el cibercafé.



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-¿Qué se cuenta el amigo Franz?
Un aliento peludo me cosquillea el lóbulo de la oreja, transitando sobre mi nuca con sus patas de tarántula me estremece un escalofrío de asco, y retirándose por el hombro va dejando un rastro retestinado de rastrojo y ajo tan acendrado que concluyo son ajetes achicharrados. Puede que sean el palto del día. Desde que he entrado Salus no me ha quitado el ojo de encima. El cibercafé estaba desierto, ni siquiera él estaba, y cuando me ha visto entrar, fondón y desfondado ha fondeado en la barra procedente del minimercado. No parece en forma pese a sus homilías a favor de la vida sana.
-Está como siempre, del trabajo a casa y de casa al trabajo. Confiesa que ha llegado a un punto sin retorno.
-Claro, si no sale de casa no tiene que retornar a ningún lado, ji, ji… En serio, creo que el amigo Franz sería un filón para los terapeutas.
-¿Me pones una cerveza?
A asentir se le descoloca el bisoñé suplente, de un tono más pardo, casi excrementicio, que el primero. No se lo he devuelto para que no sepa que sé que me espía. Con Salus todo resulta equívoco. No sé si disimula su fisgoneo bajo la forma de interés sexual o si se venga de mi rechazo vendiéndome a Ángela. Como casi ha llegado a apoyarme en el hombro la floja barbilla, le he pedido la cerveza para quitármelo de encima. Sin embargo, ahora lo sigo a la concisa barra de nogal para sondearlo. A ver si baja la guardia y le sonsaco más que él a mí.
-Precisamente esta cerveza es checa… ¿Bebemos mucho? En este pueblo tan coñazo es inevitable. Pero hay que tener cuidado al volante. ¿Tenemos coche? ¿Dónde lo hemos dejado? ¿Queremos venderlo? También me dedico a eso. ¿Andamos justos de efectivo? ¿Necesitamos un cajero?
-¿También te dedicas a hacer encuestas? –si no lo paro habría seguido borbotando y barbotando sus cuestiones.
-A ésta invita la casa –se abre otra cerveza y tras verterla en una estilizada copa con las morcillas de sus dedos se dedica a acariciar el talle cristalino sin desabrochar su mirada de la mía ni dejar de culebrear la cola de la lengua por la fresa podrida de sus labios.
-Por los amigos, Franz el primero –sobre el borde de su copa en alto se equilibran sus desparramadas pupilas que ahora me recuerdan a las profanadas yemas de sendos huevos fritos. Debe ser la condensación de su deseo, y no la humedad, lo que empaña la copa. La entrechoca con la mía con tal ímpetu que se me resbala y sobre la baldosa de cerámica se graniza en añicos. De la trastienda Salus acarrea útiles de limpieza. De través observa la entrada de un quinceañero moreno y espigado que refunfuña un saludo y con pasos incómodos y ademán rudo se dirige al puesto más lejano. Me recuerda a alguien cercano y a la vez alejado. Salus parece turbado por la estela de hormonas que ha dejado la sudadera negra.
-Se dedica a navegar por las páginas porno… Y eso que está pasando por un sarampión literario, encima de guapo el Pitu se pone pedante, es un creído y no se le puede invitar a nada –Salus rezonga, rozagante. Me acaricia el empeine del zapato con el pelo verde del cepillo y me identifico con el adolescente, no solo por su desdén a Salus-. En este pueblo de reprimidos es el único que se atreve a hacerlo. Con esa esperanza abrí el negocio, pero nada. El plan era que se calentaran con el porno y luego le tiraran los tejos a la cajera. Este poblado no es lugar para emprendedores.
-La cibernética está sustituyendo a todas las funciones humanas, la memoria, la imaginación, la fantasía…
-Aquí no hay problema, esto es un agujero. ¿Y nosotros qué haremos? ¿Qué plan tenemos? ¿Seguiremos por estos pagos?
-Pues sí, esto es justo lo que buscaba. Hasta he dejado el secadero y me he instalado en el pueblo. He alquilado una casa cerca de la antigua vaquería.
-Ah, entonces tenemos dinerito. Creía que éramos un escritor maldito.
-Pintor.                          
-¿Qué más da? Te habré confundido con él –observa al adolescente con ojos golosos mientras frota con las manos el enhiesto palo del cepillo.
-Pues sí, tengo mis ahorrillos –le refiero. Conviene ocultar los puntos flacos.
-Entonces tendremos algún arma. Lo digo porque en el pueblo no hay cajeros y en estas soledades… El barrio gitano es el más vivo del pueblo. No soy racista, todo lo contrario, entre los jóvenes hay cada pieza –intensifica el ritmo sobre el palo-. Si quieres te puedo pasar una pipa, del calibre que quieras.
-Gracias, pero no me gustan.
-Pues a mí me encantan. Las colecciono. Uno las mira después de engrasarlas, bellas y relucientes, casi goteando aceite, dormidas como fieras, y se queda embelesado pensando en la de disparos y explosiones que una cosita como ellas puede desencadenar.
Sigue frotando el palo como si quisiera prender fuego en plan primitivo. Precisamente iba a preguntarle por el incendio de las inmediaciones del pueblo del que Candy me ha informado esta mañana, pero algo me impide hablar con él del tema, como si fuera un tabú o temiera que invocarlo sirviera de combustible al fuego.
-Soy más de pinceles que de pistolas –de un silletazo el tal Pitu cambia de puesto y Salus sale de su ensimismamiento para recoger los añicos. Respecto a Pitu me intrigan lo familiares que me resultan los trasquilones en el pelo, la tensión de la mandíbula, los pómulos protuberantes, el aire de intransigente inocencia y pureza que desprende incluso en sus devaneos con la pornografía.
-Este pueblucho nunca ha tenido pintores, escritores sí, esos surgen como setas en los lugares más sombríos. Como las serpientes o los escorpiones, le pegas una patada a una piedra y asoma uno de ellos. El último de por aquí parece que no tiene mucho éxito, es el nieto del Pupas, una familia que vivía cerca de la vaquería. Se fue hace veinte años y no ha vuelto por aquí, lo último que se decía era que se había casado con una actriz famosa.
Me ha traído otra cerveza y sin chocarla con la mía repite el brindis elevando la copa:
-Por los amigos. Aquí tienes uno, para lo que necesites puedes contar conmigo… ¿Hemos hecho muchos en el pueblo? ¿Los has llevado a casa? ¿Te han prometido ayuda?


                        

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